Vaya mierda de héroes tenéis.
No me pidas ayuda, y no me grites, porque no voy a ir; no me transmitas tus penas psíquicamente, que el sentido telepático no lo domino aún y además no tengo el cuerpo para aguantarte, ni pañuelos para tu sudor ocular. Que sí, que soy un superhéroe, al menos a ratos. Con la empalagosa e insoportable capacidad melancólica de algún politoxicómano con guitarra y relaciones sociales monótonas.
No tengo mallas, ni capa, ni echo rayos por los ojos. Tengo una botella de tequila, pocas ganas de volar, y algo de aguante ante lo inexistente, -tú lo llamarás amor-. Estás dos gramos por encima de mi espacio aéreo, porque lo mío es ir saltando, y caerme de boca y comerme el suelo, -ya que no me dejas comerte a ti-. También sé ladrar, ladrarte y hacer que entiendo tus ladridos.
Nos vemos en un par de hostias. Yo me voy ya, que voy a empezar a vomitar, y no está socialmente aceptado que lo haga en tus zapatos.
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